jueves, 9 de octubre de 2014

CUANDO LOS NIÑOS HACEN RUIDO EN MISA

Aprovechando que las catequesis van a comenzar y para animar a mas padres a llevar a sus hijos a Misa mas asiduamente, encontré un articulo basado en el Catecismo de la Iglesia Católica en la revista digital de Infocatolica http://infocatolica.com/blog/sarmientos.php/1005121159-cuando-los-ninos-hacen-ruido aclarándonos a muchos de nosotros que tenemos hijos que en alguna ocasión hacen un poquito de ruido en la iglesia y nos apresuramos a salir, o no se llega a entrar no sea que molestemos a alguien. A si pues os animo a participar en este gran acontecimiento que se celebra a diario y es la Gran Fiesta del SEÑOR.

Cuando los niños hacen ruido durante la Misa


El “Catecismo de la Iglesia Católica” [2222, 2226, 2227 en este post] ofrece indicaciones sobre cómo los padres deberían de educar a sus hijos “desde la más tierna infancia”, o sea que ya en la infancia se les puede dar buen ejemplo de la importancia de la Misa en nuestra vida espiritual. ¿Cómo se viven esas indicaciones puestas en práctica en el contexto de la Santa Misa?

Éstas son algunas de las dificultades (y las alegrías y beneficios que las superan) de llevar a los niños pequeños a Misa.

1. “Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como apersonas humanas

Eso se le puede olvidar a uno cuando le está sacando a un niño de la iglesia por la enésima vez por lloros que no parecen humanos y mucho menos se asemejan a la idea que uno podría tener de lo que es un hijo de Dios. Pero, así es… el Señor nos ama a cada uno tal y como somos y acepta tanto que asistan a Misa los niños como los que se quejan de ellos.
2. “Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos.” 
Y es que para cumplir la ley de Dios, los padres deben asistir a Misa los domingos y días de precepto. No hace falta que los niños que no han llegado al uso de la razón (más o menos 7 años) asistan a Misa, pero no hay mejor forma de aprender que viendo el ejemplo de sus padres (que no dejan de asistir a Misa por mucha guerra que les den los niños u otros feligreses). Además, muchas veces, para cumplir ese mandamiento los padres no tienen más remedio que llevar a todos sus hijos con ellos a Misa.
3. “La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia.” Esta tierna infancia a la que los padres deben educar en la fe es edad de pañales que necesitan ser cambiados en medio de la Misa, que de repente tienen hambre a pesar de haber comido hace 15 minutos y no sienten ninguna vergüenza demostrando a gritos (suele ser cuando deja de tocar el órgano) que algo les molesta, etc.
4. “Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio.” 
Los miembros más jóvenes de una familia no siempre se ayudan durante la Misa a crecer en la fe de la forma más silenciosa. Es entonces cuando más ganas se tiene de demostrar a hermanos mayores o menores lo que uno sabe de lo que está pasando, cuando más preguntas surgen sobre el por qué de detalles que han escapado la atención de sus padres todas sus vidas, de decirle en voz muy alta al bebé que no llore ni haga ruido porque estamos en la Misa. Todo dicho de tal forma que todos los demás feligreses se enteren muy bien.
5. “La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (cf LG 11).” 
A veces esa misión parece una imposible cuando los niños no parecen hacer caso ni a castigos ni a premios ni a ninguna otra estrategia. No hay mejor oración en este mundo que la Santa Misa, y los padres deben enseñar a sus hijos no sólo a comportarse bien en la iglesia, sino también a rezar durante ella. No se debería perder de vista la importancia que tiene la catequesis familiar, hasta en el caso de que alguien con las mejores intenciones cuestionara la decisión de llevar a los niños a Misa.
6. “La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres.” 
De hecho, este “lugar privilegiado” de la parroquia lo es gracias a la presencia del Señor en los Sacramentos. Es el lugar en el que cada miembro de la familia puede recibir las bendiciones de Dios en cada Misa y al mismo Señor en la Eucaristía cuando uno está bien dispuesto para recibirle. Allí se escucha la Palabra de Dios que no se enciende y apaga como un televisor, sino que debe permear cada momento de vida familiar tras haberla soplado de vida el Espíritu Santo durante la Misa. Parece increíble, pero un padre que asiste a Misa con sus hijos puede oír también con devoción el Evangelio.
7. “Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad (cf GS 48, 4).” 
No se ejerce sólo la paciencia, sino también la humildad de poder reconocer que se necesita la ayuda del Señor y cómo el Señor enseña a los más pequeños lo que oculta de los sabios. ¡Cuántas veces son los niños los que animan la piedad de los padres, los que les animan a asistir a Misa y a hacer las cosas bien! No hay nada mejor que un padre puede hacer por su hijo que crecer él mismo en santidad para así atraerle a la fe, pero muchas veces es el mismo hijo el que motiva ese deseo de aprender más sobre la fe para transmitirla mejor, de llevarle a Misa para que el niño esté ante el Señor… y así se acerca uno más al Señor también.
8. “Todos y cada uno deben otorgarse generosamente y sin cansarse el mutuo perdón exigido por las ofensas, las querellas, las injusticias y las omisiones.” 
Aunque parezca todo lo contrario a alguien cuya experiencia de la Misa pudiera haber sido molestada de alguna forma por las pequeñas batallas y luchas entre niños y entre padres e hijos durante la Misa, esos momentos de “crisis” no duran y se resuelven con bastante rapidez. Muchas veces los pequeños ruidos que el contexto de la Santa Misa (con todas sus expectativas espirituales y presiones sociales) amplía a proporciones astronómicas no es nada fuera de lo ordinario para padres que comprenden los esfuerzos de sus hijos.
9. “El afecto mutuo lo sugiere.” 
En el fondo, da mucho gusto ver a los miembros de las familias asistiendo juntos a Misa, dando testimonio de su fe por la molestia que se toman para no perderse la Misa a pesar de todas las diferentes actividades en el mundo que pueden reclamar su atención. Que todos se sientan juntos a pesar de todas las diferencias y malentendidos y dificultades que podrían haber experimentado durante la semana dice mucho sobre el afecto que hay en la familia y la importancia del Señor en sus vidas.
10. “La caridad de Cristo lo exige (cf Mt 18, 21-22; Lc 17, 4).” 
¿Y no es Cristo lo más importante en la Misa, la razón principal por la cual se asiste? En la gran mayoría de los casos, los padres no dejan a sus hijos comportarse como si nada en la iglesia, sino que se esfuerzan para enseñarles a mostrar la propia reverencia ante el Señor. Y es Cristo mismo el que bendecirá los esfuerzos de todos los que asistan a Misa sonriendo con Caridad a los padres, que hacen lo posible para que sus hijos encuentren al Señor (más pronto o más tarde) en la Santa Misa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario